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martes, 27 de septiembre de 2011

Capítulo IX El Cuervo y El Lobo (The Crow & The Wolf)



“Una danza extraña,
un velo negro que cubre tu cara.

Los rápidos movimientos
que hacen sacudirse a tu cuerpo

La carne yace en el suelo
y el espíritu vaga en el cielo.”

No hacía mucho que se había ido Violeta, y Sonia me miraba esperando alguna pregunta.

            -¡Vamos!-me apuró-¿Qué no vas a empezar nunca?
            -Está bien-respondí-¿Cómo se dio esta relación? Me refiero a cómo comenzó todo.
            -Pues-contestó-Después de ti hubo otro tipo, pero eso no duro demasiado, no recuerdo cuanto exactamente, después, conocí a Violeta en la escuela y entrábamos una fuerte amistad, con el tiempo, esa amistad se fue transformando en cariño.
            -¿Cómo fue que le propusiste esta relación?
            -Solo se lo dije-me respondió rápidamente-¿Acaso no fue algo parecido lo que paso con nosotros?
            -Bueno-dije-En ese entonces solía ser diferente, he cambiado…tú has cambiado.
            -Creo que ya deberías saber que nadie permanece igual por siempre-respondió-Por ahora he decidido interactuar con la sociedad y después veré que hago con ella.
            -Eso es cierto-contesté-Dime ¿Cómo es la interacción entre ustedes?
            -Pues por ahora es estable-dijo-Pero en el pasado hubo conflictos, había veces en las que decía que me amaba, que me extrañaba, pero, me lastimaba, sentía que mi presencia no le importaba.
            -Vaya, ¿eso como lo supiste?-dije
            -Un día mientras platicábamos, ya tiene un poco de tiempo, pues nos pusimos algo serias y le pregunte que era los más importante para ella
            -Ah ya se, déjame adivinar, te dijo que tú.
            -Si, y entonces le dije: vaya así es como tratas a las cosas que amas.
            -Pues algo parecido ocurrió en los últimos días de nuestra relación-inquirí.
            -Yo no te decía cosas que no sentía-objetó-O no te decía lo que no podía cumplir, te escuchaba y estaba contigo aunque tuviese cosas qué hacer, les restaba importancia, te ponía atención.
            -Ya veo-dije y mirando al techo dije-Entonces creo que la culpa de que todo se fuera al carajo es mía.
            -Es de los dos-dijo-Tú por hastiarme y yo por no habértelo dicho a tiempo.
            -Si-asentí-“La monotonía lleva al hartazgo”
            -¿Qué querías decir con eso de “siempre más cerca, siempre más doloroso”?-preguntó.
            -Ah-respondí-Pues, me refería al peso de los recuerdos, las diferentes épocas de felicidad o de tristeza, los amores y desamores.
            -Siempre has sido así-dijo-Es una constante en tu personalidad, cuando comenzamos a salir venias recuperándote de una relación tormentosa y después de que terminara contigo te fuiste hundiendo en una espiral de sentimientos encontrados, de momentos estabas iracundo y me reprochabas mi actitud y decisiones, en otros completamente patético, después te empeñaste en “regresar”, engañado por el hecho de que te trataba casi igual que en el pasado.
            -Quizá-mencioné-De ello se derivan las personalidades y por ello están opuestas.
            -Tal vez-contestó-Debiste haber cerrado bien los ciclos de tu vida bobo.
            -Eso es algo que no se me da muy bien-respondí-Por ello me aísle tanto de la sociedad, de las personas, imponiendo un muro entre ellas y mi espíritu, logrando con ello que se mantuviera sellado herméticamente a los estímulos exteriores pero quedando prisionero junto a él pasado y atormentándome en momentos de debilidad.
            -Ash-se quejó-Aislarte del mundo jamás resuelve nada, te vuelves una especie de sombra de lo que solías ser ¿Acaso no recuerdas como nos decíamos en el bachiller?
            -Ummm...-dije-Si, el cuervo y el lobo, tú por tú mote de “Der Egoistische Krähe” y permanecer algo solitaria, tal y como un cuervo, yo era el lobo por ser un poco más sociable y por  pertenecer a un círculo de amigos, como un lobo y su jauría.
            -Correcto, pero ahora creo que se han invertido los papeles lobito.

Por toda respuesta me levanté de la silla y me dirigí a la puerta con la silla en la que estaba sentado, la coloqué debajo y me dispuse a sacar del plafón suelto de la pared una caja de cartón negra, mirándome extrañada Sonia dijo:

            -¿Qué rayos es eso?
            -Una caja-dije sarcásticamente.
            -Eso ya lo sé estúpido-dijo riéndose-¿Qué es lo que tiene?

Saqué de la caja algunos dibujos en carbón de un lobo gris conviviendo con un cuervo negro en algunos escenarios que fueron comunes en nuestra relación: su casa, mi departamento, un portal de la ciudad, el bachiller y calles al azar.

            -Je je-sonrío-Ah, los viejos tiempos.
            -Otra pregunta-añadí-¿Yo solo fui un experimento o tan solo fui el primer novio?
            -Mmm...-meditó por un rato y dijo-El primero, me doy cuenta de que no suelo hacer cosas por experimentar.
            -¿Ósea que lo de Violeta…?
            -No-me interrumpió-No es un experimento.
            -Wow-dije-Entonces sí que vas en serio.
            -Agh-se quejó-Te has vuelto más molesto desde que te vi en el hospital de…
            -Ahora que lo recuerdo ¿Qué demonios estabas haciendo en ese parque cuando me encontraste?
            -Ese día me acababan de correr de mi casa-respondió-Fui a… para recoger algunas cosas y pedirle prestado algo de dinero a un tío.
            -Con que era por eso-dije-Bueno, ¿de casualidad no viste a un tipo vestido de negro con el cabello largo?
            -Pues antes de llegar a ese parque-reflexionó-Si, un tipo así como dices y con chamarra de cuero se me quedo viendo y sonrío un poco, después siguió de largo.
            -¿Recuerdas lo que te dije de mis personalidades?
            -Si-respondió-¿Qué? ¿Él era una de ellas?
            -Si-le dije-Ese es Aljeos.
            -Pues si es la furia-dijo-Si parece serlo.
            -Solo conozco a dos-mencioné-A él y a Alberto, el representante de mi pasión e ilusión.
            -Oye-dijo-Lo siento, pero yo también tengo que irme a trabajar.
            -No te preocupes-dije mientras me levantaba -Vamos, te acompaño.
            -Bueno, pero primero tengo que cambiarme.
            -Eeeeeh-titubeé- ¿Te vas a cambiar conmigo a aquí?
            -Ammm-dijo-mejor voltéate un rato.
            -¿Desde cuándo eres tan reservada?-pregunte-Antes ni te importaba que te viera cambiarte.
            -Si-respondió-Y no es que me importe que me veas los calzoncillos blancos, pero… ahora.
            -Si, si-contesté-Ya entiendo.

Mientras se cambiaba de ropa me puse a ver algunos de los dibujos que había hecho, los tristes o alegres garabatos que deje en esas paredes y que me recordaban tantas cosas, el dulce placer del martirio de los últimos días de mi vida en este departamento era muy bueno para hacer la “actividad” que Ingrid me encargó. Al fin salió vestida con un traje negro.

            -Lista-dijo-Vámonos.

Salimos y tomamos el transporte al centro de la ciudad, seguimos platicando de temas sin mucha importancia, como de los ex compañeros del bachiller, las clases en la universidad. Caminamos hasta llegar a un edificio de oficinas y me dijo:

            -Bueno aquí es donde trabajo-dijo-Nos vemos. Y se despidió con un gesto de la mano.
            -Hasta la próxima-contesté-Espero que sea pronto y no tenga que medio morirme para ello.

Se volteó y me hizo una mueca, yo me dispuse a regresar cuando recordé el consejo de Ingrid. Trate de decidir entre cual de todos mis recuerdos iba a empezar, con la visita a Sonia los recuerdos y sucesos de esa época habían quedado frescos de nuevo, así que por ellos empecé. De inmediato sentí una convulsión en el pecho, el revivir cada uno de esos recuerdos resultaba en una carga muy pesada para mi espíritu,  las caricias, las risas y las lágrimas se clavaban en mi alma, me quemaban, ardían al rojo vivo, como un loco carnaval de demonios y pecados que se negaban a ser purificados. Vagué un poco por las calles antes de regresar, pero el estado mental en el que me encontraba me daba un paso inseguro y nervioso, sin querer me dirigía de nuevo a todos los sitios en los que había pasado momentos con Sonia, causando que la carga y el dolor para mi espíritu se multiplicara, y que los castigos para los sentidos fueran más fuertes, algunas personas me veían con cara de preocupación y hasta de lástima, al verme reflejado en una ventana, vi que tenía los ojos completamente desesperados, un semblante completamente triste y enfermo.

Se hacía de noche y tenía que regresar a casa antes de que se hiciera más tarde, tomé el autobús de regreso, aunque en el viaje de regreso dormí un poco no pude descansar absolutamente nada, en sueños los recuerdos eran más reales, incluso llegaban a sentirse completamente verdaderos que me despertaban, llegué a casa ya muy entrada la noche y escribí en la libreta:

“No hay más tiempo para las debilidades,
Tu cuerpo está cansado y el alma  hecha jirones.

Ordena tus prioridades,
Que la muerte te pisa los talones.”

Diablos, si que Ingrid tenía razón, sonaba fácil, pero en realidad era más complicado de lo que creía, mañana ya hablaré con ella.