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miércoles, 1 de junio de 2011

Tratado de los sistemas y motores



Podemos decir que toda persona es un sistema, una maquina de la naturaleza, un sistema de pensamiento aunado a un conjunto de reacciones metabólicas.

He llegado a esta conclusión, dado que el pensamiento se ejecuta de una manera sistemática (aunque no siempre es la misma), pero podemos decir que a la mente llegan datos, problemas, sensaciones y emociones, ahí se procesan y salen respuestas, soluciones o reacciones.

Ahora, cada sistema posee una serie de extensiones o parámetros que le dan un rango de acción (ya sea en un sentido positivo, negativo o ambivalente).

Estos parámetros son desarrollados mientras el sistema esta en desarrollo y se fijan cuando el sistema se halla vuelto estable, estos parámetros pueden cambiar con el tiempo o se pueden quedar de manera permanente.

Los parámetros varían de sistema a sistema, pero algunos que se pueden mencionar son los siguientes:
  • Tipos de sistema con los que se relacionara.
  • Parámetros de exclusión para sistemas dañinos o indeseables.
 Y la más importante:
  • Capacidad del sistema y su rango de acción para la creación de un motor.

Antes de seguir de lleno con los motores, terminemos de atender a los sistemas.

Un sistema no permanece siempre el mismo (aunque en algunos casos no cambiará), puede generar a su alrededor una muralla de aislamiento, o llevar parámetros de exclusión demasiado rigurosos, o bien todo lo contrario, puede empezar a relacionarse con más sistemas, e incluso, desarrollar un sentido ambivalente en su rango de acción.

Ahora bien, procedo a describir al motor.

”Un motor es la suma de los rangos de acción de dos sistemas.”

El nombre del motor depende de que sistema haya sido el primero en establecer contacto con el otro sistema, por ejemplo:

El sistema X tiene interacción continua con el sistema Y, el sistema X empieza a realizar las pruebas de arranque del motor “Y1”, así queda nombrado como motor “Y1”.

Bien, los motores son interacciones entre dos sistemas.

Dada la mezcla, se deben tener en cuenta ciertos límites o “limitantes liberadores” en la interacción.

Estos limitantes liberadores son, los límites máximos hasta donde se puede llevar la tensión ejercida sobre los materiales.

También estos limitantes mantienen un estado saludable del motor, aunque a veces, estos limitantes pueden ser abolidos o ser completamente inexistentes en algunos sistemas.

Dada la naturaleza del motor (definida de acuerdo a los dos sistemas) podemos tener una variedad de motores, como:
  • Unilateral: Motor que solo beneficia un solo sistema.
  • Sobrecargado: Aquel donde el motor se encuentra sobre exigido por el sistema operador.
  • Equitativo: Es aquel donde motor y sistema se encuentran en equilibrio.

Dentro de la relación sistema operador y motor (debe entenderse que el sistema que acepta la propuesta de otro se convierte en motor, así todo sistema tiene la posibilidad de convertirse en motor en algún momento) puede producir diferentes efectos en el pensamiento de un sistema.

Describiré ahora como se inicia la formación de un motor.

Para ello necesitamos dos sistemas que tengan al menos una afinidad entre ellos, o que por lo menos sean compatibles el uno con el otro.

Efectuando la interacción entre ambos sistemas, pueden surgir los primeros “contactos exploratorios” donde se valora la viabilidad de la existencia de un motor entre ambos motores.

El proceso de arranque ocurre cuando un sistema propone a otro el arranque del motor, el otro sistema esta conciente (o no) de que ha despertado un interés en el otro sistema y su repuesta puede ser afirmativa o negativa.

Si es negativa, el proyecto del motor es desechado y el contacto entre sistemas puede ser anulado o  bien, seguir en una convivencia normal.

Si es positiva podemos considerar formado y arrancado el motor.

Ambas partes pueden establecer sus limitantes liberadores (algunas veces esto es innecesario o simplemente no ocurre)

Una vez que se arranca el motor, se pueden iniciar operaciones con el mismo y proceder a los dos primeros pasos que hay en una relación con motor: los contactos de liberación y las interfaces de conexión.

Cada uno de ellos viene cuando ambos sistemas están de acuerdo en ello (en ocasiones esto no sucede)

Los contactos pueden ser de diferentes maneras, teniendo un objetivo común: proveer a un sistema (o ambos) de un contacto placentero y relajador.

En estos contactos se basa la estabilidad y solidez de una relación entre sistemas.

Dependiendo de su frecuencia y tipo, se van dando los primeros tiempos de duración de los contactos.
  • Simple: Donde no son más que las primeras caricias entre o contactos entre sistemas.
  • Cercanos: Donde ya hay un contacto corporal entre ambos sistemas (Siendo un abrazo un ejemplo de este)
  • Mixto: Este tipo de contacto esta mezclado con las interfases de conexión, que pueden incluir jugueteos con el cabello o demás partes del sistema.

Las interfases de conexión son un resultado del motor.

Se producen cuando la tensión y deseo producidos por los contactos de liberación necesitan ser encausados de alguna manera para liberar presión, tensión y aliviar al mismo deseo.

En jerga común y corriente esto es conocido como “darse un beso”, pero dentro de las presiones de los motores y sistemas, esto proporciona una forma de profundizar la unión que hay entre los dos sistemas.

Estas interfases de conexión son:
  • Furtiva: A escondidas y de manera inesperada.
  • Mutuo: Cuando ambos sistemas la desean y procuran.
  • Súbitos: Ocurren cuando los limites se disparan inmediatamente a tope y necesitan una liberación en forma espontánea.

En conjunto, las interfases de conexión y los contactos de liberación, ayudan a conferir a la relación con motor una profundidad y adhesión que producirá: felicidad, alegría, paz, estabilidad mental, confianza y seguridad.

Pero también el abuso de esta delicada interacción puede llevar a la destrucción y desecho del motor, las consecuencias más comunes son: ira, soledad, sentimientos encontrados, tristeza, furia y dolor, entre muchos otros.

Ahora bien, si la operación del motor es la adecuada y los contactos e interfases son utilizados correctamente, llegara un momento en ambos sistemas deseen todo uno del otro, es entonces cuando sucede la “fusión de sistemas”.

La fusión es la expresión máxima del motor, es cuando todos los parámetros, contactos e interfases son llevados al límite.

En palabras comunes esto es conocido como “hacer el amor” en términos aplicables a nuestro tema es la “fusión de sistemas”, es decir, ambos sistemas se hunden en una oleada de contactos e interfases, hasta llegar a un punto critico, la resolución es cuando culmina dicho punto y sucede una profunda relajación y cada sistema siente como una parte del otro esta dentro de si, completando (aunque no permanentemente) a los sistemas.

Retomando la perdida de un motor, podemos decir que si ambos sistemas lo consienten, se puede considerar la creación de un segundo motor (y subsecuente según el tiempo y los sistemas) a partir de los restos del primero o partiendo de nuevos parámetros y rangos de acción generados por la reestructuración mental de cada sistema.

Este tipo de motores tomara el numero 2 (o dependiendo de que oportunidad sea) des pues de la letra inicial (sin importar que ahora el sistema ex-motor sea el que inicie el primer contacto)

Estas ideas del segundo motor pueden ser generadas por un sistema o ambos.

Cuando un solo sistema es el que tiene la idea del segundo motor, es muy probable que los contactos exploratorios y los planes de acción llevados acabo, arrojen resultados ambiguos que lo hagan generar algún tipo de esperanza.

Cuando finalmente el sistema intenta el arranque del segundo motor, puede encontrase con una negativa o una respuesta afirmativa, por ejemplo (negativo):

”El sistema A tuvo (en su momento) al motor B1, siendo interrumpidas la operaciones por el sistema B, ahora, después de la reestructuraciones mentales y cambios de parámetros, el sistema A cree viable el motor B2, (sus contactos y planes de acción le arrojaron datos ambiguos con tendencia a negativa) propuso el arranque y recibió la negativa esperada, pero, se encontró con una respuesta inesperada (que retomaremos más adelante).

Por otro lado si la respuesta es positiva,  entonces se vuelven a repetir los sucesos antes mencionados.

Si los dos sistemas están de acuerdo con la creación del motor 2, entonces todo el proceso es muchísimo mas fácil y si el lector a prestado atención entonces deducirá que ocurre.

Ahora bien, retomemos nuestro ejemplo anterior:

“Dada esta respuesta, que consiste en la reactivación del motor B1, pero modificado, no podrá tener contactos ni interfases, mucho menos podrá llegar a la fusión de sistemas, pero, sin embargo, ambos sistemas podrán seguir frecuentándose y conocer más uno del otro permitiendo así una convivencia pacifica.”

Claro puede ocurrir que un sistema tenga inestabilidades y limitaciones en su autocontrol, donde sus percepciones se ven alteradas por viejas situaciones o viejos lugares donde ocurrieron contactos e interfases y tenga “flashbacks” que lo puedan llevar a ejecutar acciones bruscas y repentinas.

Hasta que un sistema no elimine de su mente a un motor pasado y  no termine de reestructurarse, no podrá conseguir otro motor.

Si, por azares del destino, consigue uno, se vera condenado al fracaso o terminara dañando a ese sistema.

Aunque, si el sistema termina con su reestructuración, puede dedicar todo su tiempo a ese motor.

Si no lo hace, volver a caer en ese círculo de  reacciones provocado por la pérdida de un motor.

Ya explicados los sistemas y motores, mencionare las clasificaciones de sistemas y motores.

Sistema H: Hombre (la letra del motor depende de su nombre)
Sistema M: Mujer

Variaciones de motores (con estas variaciones el proceso de arranque es el mismo):

Moto tipo H-H: Hombre-Hombre
Motor tipo M-M: Mujer-Mujer

Cada sistema es libre de decidir que tipo de motor formará/empleará, guiándose por lo siguiente:

”No puedes evitar de quien te enamoras”

En conclusión, los sistemas y motores, así como todo lo que ocurre con ellos es una parte natural del ciclo de vida de los propios sistemas.

La naturalidad con la que sea clasificado este tratado, o sea tachado de mecanicista es comprensible, es, en teoría, una mecanización del proceso de enamoramiento.

No puedo culparlos por sus críticas, estas mismas pueden ayudar a mejorar este tratado.
 
Los datos han sido expuestos y solo resta comprobar su efectividad.

*Nota: Este tratado es un modelo base, puede ser adaptado a la situación de cada sistema añadiendo o suprimiendo información.

Nota del escritor: Este tratado cobrará importancia en un capítulo futuro del la historia así que esten pendientes.

Capítulo VI Delirium tremens


            -¡De prisa llévenlo al cubículo 7!-instruyó un enfermero- ¿Quién le hizo esto?
            -No se identifico al sujeto-respondió el paramédico-. Quién lo encontró no supo decirnos.
                         
Pasan rápido por varios corredores y llegan al cubículo 7, cambian al herido de la camilla a la cama. Un grupo de enfermeras, bajo el mando de un doctor, se encargan de suministrar los sueros y conectar los aparatos de respaldo vital.

-¿Cuál es su condición?-pregunto el doctor.
-Heridas profundas en el pecho y mano por arma blanca-respondió una enfermera.
-¡Esta perdiendo mucha sangre!-dijo el doctor-.Preparen una transfusión ¡rápido!
-¡El pulso está bajando!-gritó una enfermera-. ¡Se nos va! ¡Se nos va!


En una habitación, apenas iluminada por una vela, se veían dos personas heridas, ambos tendidos en el suelo sobre grandes charcos de sangre. Los casquillos de las balas percutidas se encontraban muy cerca de una ventana rota, los cristales despedían un tenue y fantasmagórico resplandor.

            -¿Puedes levantarte?-preguntó lastimeramente J. Alberto.
            -No lo sé-respondió José- Déjame intentarlo.-Soltó un gemido de dolor y se desplomó en el suelo.
            -¡Ese maldito me disparo en la rodilla derecha!-dijo.
            -Creo que a mí no-respondió J. Alberto mientras se ponía de pie-. Pero tengo destrozada la mano derecha y dos balas en el pecho.

Lentamente levantó a José del suelo y lo colocó en el sillón que ocupaba, cuando escucharon pasos fuera de la habitación. Petrificados por el miedo, se quedaron inmóviles en su lugar a esperar el regreso de Aljeos, pero cuál fue su sorpresa al ver entrando a “Él”.

            -¡¿Qué haces aquí?!-exclamó José- ¡Si estás aquí se supone que estas en peligro de muerte!
            -Más bien sería ¿Qué hacen ustedes aquí?-dijo “El”-. No importa porque estoy aquí, lo importante es que restablezca un orden entre ustedes cuatro.
            -No necesitamos un orden-dijo José-. Solo necesitamos un bando ganador, y si J. Alberto y yo logramos ganar sobre esos impulsivos e idiotas de Alberto y Aljeos, se llegara a un verdadero estado de perfección.
            -Entiende que no debe haber ganadores-respondió “Él”-. Yo soy ustedes y ustedes son yo, si alguno falta no se logrará un buen resultado.
            -Tiene razón en eso José-dijo J. Alberto-. Es lo que antes decía.
            -¡Cállate!-gritó-. Eso que dice ya está influenciado por esos 2 imbéciles, ¿No entiendes?
            -Ah…-suspiro J. Alberto-. Desde hace algún tiempo que tengo la idea de que el que quiere imponerse eres tú.
            -¡¿Cómo te atreves?!-se indigno José-. Después de todo lo que he resuelto con la más rápida y efectiva manera.
            -Si-interrumpió “Él” -. Y lo has hecho bien. El punto es que te quieres imponer sobre los demás, y eso amenaza la estabilidad de la restructuración mental que se ha iniciado.
            -Además-agregó J. Alberto-. El caso de esta chica Ingrid podría ayudar en lugar de afectarlo todo como tú dices.
            -J. Alberto-dijo José-. Me da lástima ver cómo has caído ante esas idiotas ideas creadas por un par de imbéciles.
            -Por cierto-dijo “Él”-. Todo el desastre que pasó con Fernanda fue tu culpa.

José se queda petrificado al verse evidenciado, era su único error y el que más le dolía que le recordaran. “Él” soltó una carcajada, mientras se entretenía contemplando la ventana rota.

            -Vaya que a Aljeos le gusta dejar huella-mencionó-. ¿Sigue siendo el mismo de siempre?

Ante el silencio que guardaron ambos  “Él” dedujo que no había cambiado en lo más mínimo.

            -Me gustaría quedarme un poco más-dijo al fin-. Pero no puedo, tengo que volver.


-Apenas y lo salvamos-dijo el doctor-. Las heridas eran profundas y la mano izquierda nos dio varios problemas, además, estuvo murmurando mucho mientras estábamos atendiéndolo, probablemente sufrió alguna alucinación.
-¿Ya despertó?-pregunto una chica
            -Aún no-respondió el doctor-. Pero podrá pasar a verlo en cuanto terminemos las transfusiones de sangre, le cambiaremos de urgencias a recuperación.


¿Qué fue lo que paso? Solo recuerdo lo último que pasó en el parque y aquella voz al final. Además no sé como llegue a este hospital, todo es muy confuso. Me pican las vendas, las heridas que me hizo Aljeos punzan. La sangre cae lentamente de su empaque y fluye dentro de mis venas, tengo la mano izquierda completamente vendada al igual que el pecho. ¿Habrán avisado a mis padres? Me preocupan un poco. El ambiente de ese hospital era aburrido, solo me quede contemplando el techo.

-Qué bueno que ya despertó-me dijo un doctor-. Se les dio aviso a sus padres y ya vienen en camino.
-Gracias-dije-. ¿Eh podría decirme quien me trajo aquí?

Antes de toda respuesta salió a mí encuentro Sonia, mi anterior compañera, la anterior a Fernanda.

            -¿Por qué siempre que te veo estas metido en líos eh?-dijo con una sonrisa sarcástica en su rostro.
            -Pues no sé-le contesté despreocupado-. Siempre me agarras en curva, me traes mala suerte.
            -¿Quién te hizo eso?-me pregunto.

Después de que el doctor dijo sus últimas instrucciones y se retiró, le relaté a Sonia toda la historia detrás de Alberto y mis múltiples personalidades tan polarizadas que me han llegado a hacer daño, tal y como lo hizo mi furia, que, al ver un destello de razón, me atacó.

            -Ah…-suspiró-. Ya eres el tercero que conozco con eso, un amigo homosexual, bueno bisexual y…mmm... ¿Cómo crees que recibirás este golpe?

Se levantó y se dirigió a la entrada, llamó a alguien, y tras ella apareció una chica muy parecida a ella.

            -Ah… ella es Violeta... mi pareja-dijo, un poco apenada.
            -¿Qué esperabas que hiciera?-dije-. No me lo tomo a mal.

Platicamos largamente, pero procure no preguntar nada en absoluto sobre ellas, su relación es su asunto, yo no tengo nada que ver ahí. El tiempo paso y  ellas tuvieron que irse.

            -Fue un buen detalle que no nos cuestionaras-me dijo-. Pero te diré que hubo alguien más después de ti.
            -Igual en mi caso-respondí-. Pero no tienen importancia.
            - De igual manera-me contestó-. No puedes evitar de quien te enamoras.
            -Siempre tan razonable-le dije.
            -Si…-me dijo y meditó un rato-. Pero entre más sabes…más sufres.
            -Es casi como digo yo-agregué-. Siempre más cerca, siempre más doloroso.
            -En cuanto te recuperes-agregó-.Te invito a platicar sobre ello
            -De acuerdo-respondí-. Yo te llamo.

Se despidió con un gesto de la mano y salió con Violeta. Extrañamente me sentía alegre por ellas, una especie de empatía que jamás había experimentado, pero me sentía bastante cansado, así que decidí acomodarme en la cama y dormir un poco más.


            -Apenas y se salvo-dijo-. J. Alberto.
            -Cállate-dijo un José muy desmejorado- ¿Cómo pudo ella convertirse en…en eso?
            -¿Te asusta?- preguntó.

El ambiente de la habitación se volvió tenso, J. Alberto se dirigió a la puerta y salió, por última vez se verían, por última vez José controló a J. Alberto.

-La inevitable confrontación de los cuatro se ve cada vez más cerca, el ataque de Aljeos casi le cuesta la vida a “Él”-pensó J. Alberto-. Alberto y su inmersión, ¿y yo? Creo que debo pensar en algo, quizá algo parecido al plan de Alberto.

Y sigue caminando por calles vacías, sus pasos producían un leve eco que se perdía en esas calles, donde no tardaría en dejar de transitar.


¡Ah! Como son extraños estos sueños. La brillante luz de los focos del hospital me despertó antes de saber qué es lo que haría J. Alberto, me hubiera gustado saber qué es lo que planea. Pasan y pasan las horas, una enfermera cambia el paquete de sangre agotado por uno de suero, al parecer, he recuperado toda la sangre que perdí, Aljeos es de cuidado, espero no tener que verlo así siempre.

            -¡Hijo!-grita mi madre.
            -No llores mamá-le digo y seco sus lágrimas.

No puedo explicarles que me ataco mi furia, así que invento una historia de un asalto y que opuse resistencia. Después de un poco de plática, mis padres son llevados a la sala de espera hasta que pueda salir por mi propio pie.