Derechos algo reservados

Eres libre de utilizar el contenido de este blog tanto para tareas, antologías y más, pero reconociendo la fuente y siempre y cuando no tengas própositos comerciales, si no, te buscaré y mataré (bueno no, pero te jalaré las patas mientras duermes) Sobre advertencia no hay engaño
Creative Commons License
This work is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial 3.0 Unported License.

martes, 12 de abril de 2011

Capítulo III Un paseo

Un oscuro diseño,
Tal vez una idea robada.

La marca de un animal extraño,
Que se aísla en su soledad creada.

Que vive de lo que antes negaba.
Extraño y contradictorio es el animalito.

Y así vive, marcado, odiado y solito.

Letras y palabras sueltas, solo les doy un espacio donde puedan salir, un detalle curioso es que, aunque trato de que no tengan que ver conmigo, siempre pongo algo que me represente dentro de ellas.

Ignoro por qué lo hago, tal vez sea solo porque así siento que me libero, que así suelto una parte de mi para que respire un poco de aire fresco y después vuelva a dentro a cumplir con la condena que le he impuesto, ya sabrán que parte es, aquella que Alberto quiere resucitar.

Dejo mi verso de lado y me recuesto en mi cama, solo para escuchar un poco de música. ¡Ah! Como me hace recordar y hacer añoranzas, también está mi favorita, la de aquel extraño grupo de los países balcánicos, con su atmosfera teatral y amenazante, que me hace vagar dentro de mí, perderme en mis miedos y esperanzas.

Ya es muy noche, el reloj de la pared marca las dos de la madrugada, afortunadamente es viernes y las clases han terminado. Como no había nada que hacer, decidí dar un paseo por esta ciudad, yo siempre he insistido en que no pertenezco a ninguna ciudad, he vivido en dos antes de esta y en la que nací es a la única que le confiero el título de “mi tierra”, pero aun así no me siento muy vinculado a ella.

Camino por las calles desiertas, tal y como me gusta hacerlo todas las noches que le dedico a ello, así he conocido a gente y lugares únicos (tales como el café-bar “El gato negro” el único lugar que frecuento en parte por su gran ambiente, buenos tragos y excelente sección de libros). También en estos paseos recuerdo a esas mujeres que se han cruzado por mi camino, sus rostros, aroma y los momentos que pase con ellas, y claro, el vacío y el mismo dolor que dejan.

            -Siempre más cerca, siempre más doloroso-. Digo en voz baja. Abandono las calles de siempre y me adentro en las de los suburbios, termino por las calles cerca del límite de la ciudad y al doblar una esquina me tope con una escena muy particular.

Frente al bar “As de espadas” estaba un ebrio molestando a una chica.

-¡Te voy a enseñar a respetar a tus mayores pendeja!-.Gritaba el ebrio tomando por el pecho y una mano a la chica.
-Suéltame ¡joven ayúdeme!-.Me imploró.

Me quede plantado como idiota y, después de un momento, decidí actuar. Por toda respuesta solo le asesté un puñetazo en la cara al tipejo, que termino tendido en la banqueta.

-¡Ah! Muy gallito ¿no cabrón?-. Dijo después de levantarse y  al terminar de hablar, solo sentí un fuerte dolor en la cara, me había golpeado en el ojo izquierdo. Ese golpe tuvo grandes consecuencias en mi y terminé casi inconsciente, tendido en el suelo y recibiendo patadas por parte del ebrio.
-¡Ya déjelo! ¡Lo va a matar!-. Gritaba la chica histérica.
-¡Que se muera!-. Grito el tipo.

Y eso fue lo último que dijo el ebrio, porque inesperadamente me levante, lo tome por la garganta y lo empecé a ahorcar tan fuerte, que lo levante del suelo, no pensaba, solo era una furia ciega, quería destruirlo, matarlo.
           
-¡Detente!-. Me rogó lo chica- ¡Por favor detente!-. Dijo antes de romper a llorar. No sé que había en la voz y las lágrimas de ella que me hicieron reaccionar, solté al asqueroso tipo y me acerque a ella.
           
-Descuida, ya termino, ya no llores-.Le dije.
- Gra…gracias por ayudarme-.Dijo entre sollozos
-No es nada, no es nada.
-Pe…pero mírate, estas todo golpeado.
-Na…he esta mejor-. Contesté

Ella solo soltó una risita y se desmayo, no podía dejarla ahí, el tipo podría despertarse en cualquier momento, así que la tome en brazos y la llevé a casa.

A pesar de que trate de quitarme el polvo y limpiarme la sangre, atraje las miradas al pasar por el centro de la ciudad, supuse que era por llevar a esta chica de cabello castaño, vestida de negro, con un collar de cruz egipcia.

Al llegar a casa le hice un espacio en mi cama, siempre tan repleta de libros y cosas. Fui a la cocinita y prepare café, así mismo, saqué un hielo para mi ojo.

Mientras me tomaba mi café reflexione sobre todos los extraños sucesos que me habían pasado en esta temporada, el encuentro con Alberto, la discusión con el profesor y ahora esta pelea, cosas que no encajan dentro de lo que era la vieja y monótona rutina que tenía desde hacía unos dos años.

La chica era linda, traté de despertarla, pero se acurrucó y me provoco un extraño sentido de ternura, así que la deje dormir en paz, ya tendría oportunidad de hablar con ella. El reloj de la pared marcó las cuatro y treinta de la madrugada, estaba terriblemente cansado, aún así, antes de dormir arregle un poco la casa, que estaba hecha una verdadera pocilga y me cuestione si esto lo hacía por ella.

Parece que sí, la pasión esta resucitando, pero me niego a que vuelva.

De nuevo, tomé la libreta de mis versos y  escribí:

Calla, ella duerme en silencio.
Deja que los huesos se calienten
en la hoguera del suspenso

Quiero vaciar mí mente,
que ya nada sea aparente.

Agitar el tiempo y llegar casa
siempre contento