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domingo, 29 de enero de 2012

Capítulo XIII Afortunado


Fue un suceso un poco extraño toparme con ese diario después de creerlo perdido o destruido desde hacía algunos años, las pastas de la libreta estaban a punto de caerse y algunas hojas ya se habían despegado, así que por unos días me dediqué a tratar de repararlo. La mayoría de lo anotado en el eran simples narraciones de días que habían quedado en el pasado, pero algunas de ellas eran los primeros indicios de las diferentes personalidades que se empezaban a formar dentro de mí, y para mi sorpresa estaban algunos indicios de los “motores” de José pero extrañamente unidos a los intentos de regresar de Alberto, transcribo la página completa:

27-Marzo-…

Ayer di inicio a la reactivación-arranque del motor S2.

Comenzando con una larga plática sobre los temas indicados en el plan de acción basado en algunos de los nuevos rangos de acción estudiados a lo largo de los contactos exploratorios; se presentan los siguientes resultados:

Ø  Mostró interés por algunas de las nuevas actividades que se han llevado a cabo. Incluido el más reciente descubrimiento musical.

Ø  Relató algunos eventos de su diario acontecer y dio datos que pueden ser utilizados en algún momento del futuro.

Ø  Invitó algunos refrigerios y la plática derivó en asuntos un poco triviales.

Se ha decidido, dados estos datos, optar por la activación lenta del motor S2 esperando concluir los planes en mayo o junio.


Esta era una prueba real de que, en un momento, la pasión y la razón colaboraron entre sí y trabajaron juntas con un mismo objetivo: El motor S2 o, más simple, volver con Sonia, esta página será de gran ayuda para cuando me vuelva a encontrar con José y quizá logre hacer que deje sus intentos por desplazar a los demás.

Las tardes en casa de mis padres se me hacían eternas, más por el hecho de que no salía a ninguna parte, me pasaba el día viendo televisión o leyendo algunos de los viejos cómics que tenía en mi cuarto, dibujando o solamente tumbado en la cama escuchando música, además el calor no ayudaba en nada a ese estado de aburrimiento que tenía, así que un buen día me decidí a ir a la cuidad de… a visitar a Sonia. Pero antes le hice una llamada para no desperdiciar el viaje, tomé el teléfono de la sala y marqué su número.

            -¿Bueno?-dijo-¿Quien habla?
            -Hola, soy yo, Alberto-contesté-¿Cómo te va?
            -Mmm..., pues un poco mejor que la última vez que nos vimos-respondió-¿Y tú qué haces vago?
            -Pues pudriéndome en casa de mi padres-suspiré-Hace calor, no hay nada bueno en la televisión.
            -Ja ja ja-rió-Pues podrías venir a una reunión o “pijamada” que se hará en mi casa.
            -¿Tú casa o el departamento?-pregunté.
            -En casa-dijo-Te dije que estaba un poco mejor que la última vez.
            -Vaya, esos sí que son cambios-comenté-­ ¿Cuándo va a ser esa reunión?
            -Pues el próximo fin de semana-contestó- ¿Te anoto?
            -Órale-dije-¿Quiénes van a ir?
            -Pues mis hermanos-enlistó-Rodrigo, Lucía, Jorge, mi prima Eva y Alexa.
            -Huy, toda la banda-me sorprendí-¿A qué hora?
            -Pues a las 4 de la tarde-dijo-Vamos a ver unas películas.
            -Bueno hasta el fin de semana
            -Bye-dijo y colgó.

Bueno, por lo menos ya no me aburriría en esas vacaciones, ver  a los cuates del bachiller era una buena manera de pasar algunos días fuera de casa y escapar de la ola de calor por un tiempo, pero antes necesitaba del permiso de mi padre y a ver si me prestaba uno de los carros para ir allá y ahorrarme un poco de tiempo, así que espere a que mi padre regresara del trabajo para preguntarle.

            -Oye papá-le dije-¿Qué posibilidad hay de que me prestes alguno de tus carros para el fin de semana?
            -Pues depende-me contestó-¿Me lo vas a regresar entero?
            -No juegues papá-comenté-Ándale, te prometo que no le hago nada.
            -De acuerdo-accedió- ¿A dónde vas?-
            -A la ciudad de… a ver a algunos amigos-dije-Quizá me quede algunos días por allá.
            - ¿Y en donde te vas a quedar?-preguntó-¿En casa de alguno de tus amigos?
             -Sí-dije-Es una reunión de los amigos del bachiller.
            -Bueno-acordó-Te puedes llevar la camioneta azul.
            -¿La grande?-me sorprendí-¿No es mucho?
            -Bueno si no la quieres…
            -No, no, no-dije-Esta bien.
            -¿Tienes dinero?
            -Llevo algo de mis ahorros-contesté-Además llevo mi tarjeta.
            -Ahí tienes demasiado-me dijo-Esta todo el dinero que te damos y no más no te gastas, ¿para que la llevas?
            -No sé-dije encogiéndome de hombros-Es una especie de presentimiento.
            -OK-respondió mi padre-Nada más le pones gasolina al carro.
            -Gracias.

Vaya, la camioneta azul, uno de los primeros carros de mi padre, era un poco extraño, pero tome las llaves de la pared y llevé la camioneta  a la gasolinera para llenarle el tanque antes del viaje. Terminé de ordenar mi cuarto para dejar algo de espacio en el, aun que no sé exactamente por qué, solo tengo el presentimiento de que lo necesitaré.

Me levanté tarde ese día, como a las once, solo tome una ducha, comí con mis padres y alisté las cosas para salir a la una de la tarde, el viaje me resulto  agradable por la música que puse y principalmente por la rapidez de la camioneta, en menos de hora y media ya estaba ahí.

Como llegué antes, me puse a dar de vueltas por las calles y me dirigí al centro de la ciudad, estacione la camioneta cerca del parque central y fui a la casa de la cultura para matar un poco el tiempo y me topé con una clase de danza árabe y, aún más sorprendente, a Alberto fuera del salón de danza.

            -¿Qué haces aquí?-pregunté.
            -Solamente matando el tiempo-contestó sin apartar la vista de las chicas-Y a preguntarte si no has visto a José.
            -Pues si-respondí-Esta bastante confundido, quería “enmendar” el daño que habías hecho, como el caso de Ingrid, quizá algo de la manía.
            -Ja ja ja-se rió y volteo a verme sonriendo-Pues no está equivocado en echarme la culpa de la manía, por eso estoy aquí, también un poco por el pasado, pero eso ya es otra cosa

Las chicas llevaban ropa deportiva que las hacia verse bastante bien y acentuaba su físico, de repente me di cuenta que Sonia estaba entre las chicas y  me miró con extrañeza. No sé porque de repente sentí la necesidad de retirarme o se molestaría y llevarme a Alberto de ahí.

            -¿Ya la viste?-me preguntó Alberto con una sonrisa.
            -Si-le dije-Este…mejor nos vamos.
            -¿Crees que se pueda molestar?-dijo-¿Por eso te quieres ir?
            -Bueno si se enoja el que va pagar el pato soy yo-dije-Hoy quede de verla y a unos amigos.
            -Ya, no te preocupes-me tranquilizó mientras se levantaba y dirigía a las escaleras-Si algo pasa luego hablaré con ella.
            -Como quieras-agregué mientras bajábamos-¿Ya encontraron a Aljeos?
            -En eso estamos-respondió-Tenemos la idea de que puede estar aquí.
            -Solo espero que si me lo encuentro-comenté-Aljeos esté de mejor humor.
            -Quizá-dijo Alberto ya estando afuera-Hasta pronto.

Se alejó por una calle del parque central y yo me fui por el otro lado cuando me encontré con una tienda de instrumentos musicales, entré y en la sección de instrumentos usados me sorprendí al ver mi vieja batería, completamente preservada tal y como la última vez que la vi, inmediatamente le pregunté a un encargado por el precio.

            -Pues esa batería esta en oferta-dijo el encargado-Esta a cinco mil quinientos con todo y platillos, ya lleva rato aquí.
            -¿Cuánto tiempo?-pregunté por curiosidad.
            -Al menos un año, estaba algo golpeada-me contestó-Su dueño anterior no la había cuidado bien, nos dijo que era del baterista de los Anonimus, solo porque era verdad se le compro y la restauramos.
            -Ah maldito Serafo-dije-Bueno me la llevo.
            -¿Tú eres el baterista de los Anonimus?-me preguntó-Wow, ¿Por qué se separaron? Tenían potencial.
            -Ah, pues teníamos que estudiar en ciudades separadas, de vez en cuando nos vemos para ir a comer o a tomar algo.

Pagué con mi tarjeta la batería y me la empaquetaron en unas cajas, los platillos y los atriles en un porta platillos. Me llevé la batería en la parte trasera de la camioneta y me dirigí a la casa de Sonia y a enfrentar la intromisión de Alberto, espero que la suerte que tuve para encontrar la batería, que mi padre me prestara la camioneta, me ayude a resolver lo que se pueda presentar.

Estacioné la camioneta fuera de la casa al lado del portón y toqué el timbre, que fuera lo que tuviera que ser.