Ha pasado un poco de tiempo desde el ataque de Aljeos, un mes para ser específicos, las cosas no han cambiado en nada, en la escuela no paso de un susto generalizado para los alumnos y profesores, además de un cambio en el trato de las personas hacía mi. Lo que me sorprende un poco es la ausencia de Ingrid por tanto tiempo, he llegado incluso a pensar que se marcho de la ciudad, es lo más probable.
Mis padres decidieron que ya estaba lo suficientemente recuperado y me dejaron vivir solo otra vez. Mi casa estaba un poco abandonada, las cuentas del agua y teléfono estaban debajo de la puerta cuando entré, las tomé y las dejé sobre la mesa, di un pequeño recorrido por mi casa, para tomar un respiro de esta atmosfera tan llena de mi, para revivir el recuerdo de Ingrid, de su perfume y el delicioso aroma de su comida. Mi libreta de anotaciones estaba sobre mi cama y, hasta ahora lo notaba, tenía una anotación que no era mía, con una letra delgada y fina…
“Escribes muy bien, es una muy buena huella del duelo que se avecina en tu espíritu, la inevitable confrontación entre cada una de tus facetas.”
Quedé un poco confundido, pero igualmente alagado por ese comentario extraño en mi libreta. Daba igual de quien fuera y lo más probable es que fuera de alguno de mis “yo”, me recosté en la cama y recordé todo lo acontecido durante la recuperación: Las transfusiones de sangre, la visita de mis padres, pero sobre todo la de Sonia, que además resulto ser quien me encontró en tal situación y, ahora que la recuerdo, quede de hablarle para charlar un poco.
Salí a la calle para buscar una caseta telefónica y hacer mi llamada, después de una breve búsqueda, encontré una y marque su número.
-¿Bueno?-respondió.
-¿Qué tal?-dije.
-Ah, eres tu-contesto-¿Cómo estás?
-Mucho mejor-respondí-De las heridas ya solo quedan unas leves cicatrices, pero, hablaba para preguntarte cuando podemos hablar sobre lo que dejamos pendiente en el hospital.
-Aich-se quejo-Siempre tan inoportuno.
-Ja ja ja ja- me reí- Ya ves, soy como la menstruación, llega cuando menos la esperas.
-Pero al menos de esa se puede esperar que no dure más de dos horas-dijo-A ti se te puede evitar.
-Entonces he de suponer que no quieres hablar-contesté.
-No es eso-dijo restándole importancia-Mira, mañana por la tarde tengo un rato libre, puedes pasar a mi casa y platicaremos si te parece.
-Perfecto-concluí-Hasta mañana por la tarde.
-Hasta pronto-se despidió y colgó.
Siguiendo mi camino, me dirigí al gato negro para tomar un café y leer algo, quizá comprar una revista, dado que desde que me internaron no he leído nada. Pero antes de llegar me topé con un extraño anuncio de cartulina: “Laberinto mental, donde cualquiera su destino sabrá, ya que el gran brujo se los dirá. Solo esta noche, parque del mirador, entrada fortuita.”
Esto me llamo fuertemente la atención, un laberinto mental, tal y como Alberto lo había venido pregonando con sus inmersiones, así que primero tomaría algo en el gato negro y después me dirigiría a ese laberinto. Al llegar al local el dueño me saluda y me pregunta por mi ausencia.
-No se preocupe-dije después de relatar mi accidente-Ya estoy completamente recuperado.
-Que bueno Alberto-me dijo-Siéntate, que hoy la casa invita.
En un momento ya tenía delante mi acostumbrado cappuccino y un platito con galletas, le pedí al dueño algo para leer y me llevo la revista más reciente del mes. Después de una media hora di las gracias y salí rumbo al laberinto, en especial me resulto un recorrido algo curioso ya que en ese parquecillo me habían ocurrido cosas importantes, como el ataque de Aljeos y el primer encuentro con Alberto.
Al llegar, noté que todo el lugar estaba cubierto por una vieja lona y un destartalado letrero de luces rezaba “Laberinto mental”. Era muy poca gente la que entraba o salía, pero cada una entraba como por azar del destino y fue entonces cuando comprendí: “entrada fortuita”, no entrarías porque quisieras si no porque era un capricho de la naturaleza de las personas o, como decía la cartulina, por el destino. Después de titubear un rato, me decidí a entrar y lo que vi me sorprendió.
Por todo el laberinto había una multitud de personajes enmascarados y vestidos elegantemente, pero con extravagancia y un aura de misterio. Pasaban por mi lado mientras caminaba por el laberinto, las personas a las que había visto entrar interrogaban a los personajes y algunos respondían con gran sabiduría, otros, contestaban solo con frases enigmáticas y algunos solo decían sandeces o cosas sin sentido pero con un gran sentido del humor, cuando, de repente, paso por mi lado una chica enmascarada que llamó mi atención, llevaba un sencillo vestido negro, una máscara blanca y una larga cabellera negra.
-Buena noche-dije-¿Estoy cerca de llegar al brujo?
-Bastante-respondió-Y te diré que eres el primero que llega tan rápido hasta aquí.
-¿Acaso debía tardar?-pregunté.
-Ya veo-comenté-Vaya, también supongo que usan lo que la gente les dice para lograrlo, si la entrada es fortuita, ustedes deben saber quien está aquí porque así lo dicta su destino y quien solo entró por curioso.
-¡Bravo!-exclamó-Aparte de rápido, observador, bien hecho joven, ahora solo siga como lo iba haciendo y llegará donde está el brujo.
Se despidió con un gesto de la mano y siguió su camino, la seguí con la mirada hasta que doblo por una calle del laberinto, caminé internándome más en el laberinto, ahora me parecía que cada vez me acercaba a donde se encontraba ese brujo, los minutos pasaban y veía a personajes cada vez más enigmáticos, pero un personaje vestido como conde se me acerco y me saludó.
-Bienvenido seas a la parte final del laberinto-anunció-Ahora, solo tienes que seguir por este corredor y llegarás al brujo.
-¿Por ahí está la salida?-pregunté.
-No precisamente-dijo con una carcajada-Ya lo verá, ya lo verá.
Se alejó con un paso sereno y elegante, como flotando por el laberinto. Seguí por donde me había indicado y encontré una pequeña mesa con una botellita, al lado de una puerta con una placa que decía:
“En este laberinto no hay salida, para ver al brujo solo tómese esta bebida”
En un principio desconfíe del contenido de la botellita, apenas me recuperaba de unas heridas graves como para tomar licor alguno, después de inspeccionar la botella y no detectar el aroma del alcohol, me decidí a tomar de la botellita, era un líquido agridulce, con un sabor a hierbas medicinales y aromáticas algo concentrado. La puerta se abrió lentamente, o eso me pareció, porque ese líquido parecía haber aletargado un poco mis sentidos.
Entré en una extraña habitación iluminada por cuatro pequeñas antorchas pegadas en las paredes y en el centro se encontraba una pequeña sala y en uno de ellos se encontraba sentado el brujo, vestido con una levita negra, me saludo con una sonrisa y me invitó a sentarme.
-Ya te habrán dicho-dijo-Qué eres el primero en llegar tan rápido hasta aquí.
-Si-respondí-Me lo dijo la chica de negro y la máscara blanca.
-Ah vaya-contestó-Además de eso, le hablaste a ella, y no para conquistarla, solo por hablarle, ella debe estar muy contenta por eso.
-¿Por qué?-pregunté.
-Veras-dijo-La mayoría de los que la ven solo quieren conquistarla y llevársela de aquí, cuando a ella la pueden encontrar en cualquier parte sin necesidad de llevársela de aquí, ella pertenece al mundo, no al laberinto, esos hombres son los que ella termina perdiendo por este laberinto y tenemos que sacar después de cerrar.
-¿Y qué hay del hombre que me topé antes de llegar aquí?-dije-Ese vestido como un conde, me dijo como llegar.
-Además de la chica, le hablo el conde-dijo sorprendido-Y no solo eso, te dijo como llegar, normalmente, él se encarga de perder a los que no entraron por su destino, si no por mera curiosidad y eso está prohibido en nuestro laberinto, pero para que el conde te dejara pasar así de rápido, debe haber notado algo único en ti.
-Bueno-inquirí-Dígame, ¿Cómo es que les dice su destino a los que llegan hasta este punto?
-Eso lo digo, preguntando a que personajes les hablaron o preguntaron algo-dijo-.Pero tú eres un caso especial, llegaste aquí por un fuerte y oscuro designo, solo hablaste con mis dos personajes más importantes, así qué...- Se levanto y sacudió un poco su mano derecha, que empezó arder en una llama de un azul muy pálido, casi traslucido, se acerco a mí y me puso la mano en la cabeza. Fue como el impacto de un rayo, miles de imágenes pasaban delante de mis ojos, momentos alegres, instantes de pasión con cada una de mis compañeras en la vida, los tiempos del completo y absoluto dominio de la razón, los primeros versos en la libreta, los paseos nocturnos y los arranques de furia. Siguió así por un rato y después quito su mano y se volvió a sentar. Me dirigió una mirada cómplice y después rió un poco.
-A ti no te puedo decir tu destino-dijo.
-¿Por qué?-pregunté, un poco decepcionado.
-Porque tú destino está en tus manos-me dijo paternalmente-Es por eso que el conde te dejo pasar tan rápido y como le hablaste a la chica, eso te hace el primero al que no le puedo decir su destino, tus facetas están muy dispersas entre sí, cada una por su lado pero todas unidas a ti por un fuerte lazo.
-Entonces ¿de mi depende mi estado?-dije.
-Así es-concluyó-A cada persona que vino a este laberinto les di una especie de interpretación de su destino, pero tú tienes un poder completo sobre él, eso te hace único, las demás personas se dejan llevar por él, pero tú decides que hará él contigo.
-Así que toda decisión que tome afectará mi estado-dije en voz baja-.Muchas gracias, ¿por dónde puedo salir?
El brujo señalo un corredor que no había visto al entrar, me despedí del brujo y salí al mirador, me encamine a mi casa y pensé en cómo utilizar mi destino para terminar bien este proceso con mis “yo”, Ingrid y el asunto con Sonia, de repente, recuerdo que he quedado de verla, me apresuro a casa para dormir un poco.