No
recuerdo muy bien cuando fue que empecé a ver mal, por muchos años no tuve
ningún problema para ver las cosas en la escuela y nunca se hizo raro no poder
distinguir los árboles en los cerros lejanos, en mi pequeña e inocente mente
pensaba “Es que están rete lejos, por eso no los veo”.
Fue
hasta el bachilleres que me empecé a dar cuenta de que no distinguía las letras
pequeñitas de algunos maestros, que en las exposiciones con diapositivas muchas
eran borrosas a la distancia, y si a eso le sumamos que empezaba a sentarme
hasta atrás eso me hizo darme cuenta de un verdad cruda e inevitable:
Necesitaba lentes.
Primero
le avisé a mi mamá, cuya cariñosa y maternal respuesta fue: ¡Ay Alberto, tú ves
bien, no me estés chingando! Y yo me retiré triste y derrotado a seguir
haciendo ojitos chinitos para poder ver bien (No iba a sentarme hasta adelante,
mis cuates y el desma estaba atrás), no fue hasta que en unas vacaciones,
mientras estaba haciendo mi servicio social en el seguro popular (OH! Ese es
otro buen tema, esperen anécdotas llenas de lolz próximamente) una tarde mi
mamá me llevó a una de esas campañas de salud visual de la cruz roja, y ahí se
llevó la sorpresota, tenía un ojo miope y el otro con miopía-astigmatismo (Solo
me faltó el hipermetropismo para amarrar las afecciones de ojo más comunes) y
me pusieron mi aumento, algo alto (no pongo números porque me da penita, pero
estoy bien cegatón) y así empezó mi vida con lentes.
La
primera impresión es que todo estaba en HD en ese momento, veía cosas tan a la distancia
que no creí que fuera cierto, pero ver los árboles hasta el cerro fue un
momento de verdadera impresión, mis primeros lentes eran un modelo sencillo y
delgado, fueron compañeros de batalla por 4 años, pasaron conmigo grandes
momentos, como el primer beso, las primeras escapadas con la novia, y
aguantaron que los aventara con una baqueta una vez mientras estaba tocando la
batería (por que toco batería ¡¡¿¿si sabían??!!), que me sentara en ellos, que
se me cayeran, pero sin embargo la graduación empezó a fallar, me dolía
horriblemente la cabezota y pronto necesitaba de una graduación más alta, fui
con el oftalmólogo y que me ponen más
aumento, pero no me compraron los lentes inmediatamente, de hecho tardaron como
tres meses y tuve que hacer una maniobra algo drástica para poder tener la
graduación nueva: Tuve que romperlos.
Aún así
anduve unas semanas sin lentes, hasta que vi a mis actuales lentes en la
óptica, un sensual modelito con un añadido: un sobrepuesto negro (Para la gente
que no comprenda que es un sobre puesto, es un lente que pone encima del puente
los lentes para usarlos como lentes de sol), estos son ahora mis compañeros de
aventuras, ellos han sido los cristales por los que han pasado los momentos de
maduración finales de su servilleta, pero ya están sucumbiendo a la acción del
tiempo se han zafado tornillos, se han caído piezas y el armazón ya esta
chueco, pronto me veré en la necesidad de cambiar de lentes, se me antoja un
modelito medio hipster por que son fuertes y duraderos, pero muchas de mis
amistades dicen que me vería raro, que no sería yo, pero es curioso como los
lentes llegan a formar parte importante de la imagen de una persona ¿no?, yo ya
no me concibo sin lentes, me han dicho que me opere los ojos, que use
pupilentes (pero esas cosas me dan miedo y son del diablo), pero yo quiero
seguir usando lentes.
Pasando
a nuestra sección de avisos semanales, en marzo (que ya está a la vuelta de la
esquina) es el aniversario de este blog y no tengo la más mínima idea de que
hacer, de hecho, estaría padre que recibiera algo de retro alimentación de
parte de los lectores, digo, si les parece, pueden poner sus comentarios aquí o
en mi facebook (creo que hasta podría hacerle una página al blog dependiendo de
eso, pero me gustaría tener primero un logo o algo así bien acá) y tengo una pequeña sorpresilla por ahí, por lo pronto eso es todo,
cuídense, pórtense bien e invítenme cuando se porten mal.