Derechos algo reservados

Eres libre de utilizar el contenido de este blog tanto para tareas, antologías y más, pero reconociendo la fuente y siempre y cuando no tengas própositos comerciales, si no, te buscaré y mataré (bueno no, pero te jalaré las patas mientras duermes) Sobre advertencia no hay engaño
Creative Commons License
This work is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial 3.0 Unported License.

viernes, 10 de agosto de 2012

Capítulo XVIII Cicatrices




“Me dueles, me dolías,
ahora es más una molestia,
un poco rara yo diría.

Ya no tengo nada de ti en mi,
atrás se ha quedado esa bestia,
que me desgarraba, arañaba y mordía.

Las heridas que me dejaste,
en lugar de hacerme recordarte,
me arden de un poco de impaciencia.

Ya solo quedan cicatrices,
confusos estandartes que rezan:
Al fin he podido superarte”

Las vacaciones pasaron un poco lentas, no hubo mucho movimiento después de la reunión, la tocada y la pelea con Aljeos, los golpes y moretones cedieron luego de algunas semanas de tratamiento con pomadas y algo de medicina, el calor no se redujo en lo más mínimo y el ensayar con la batería era más que una hazaña, pues el calor era más fuerte en mi habitación, aún así, ensayaba dos o tres horas diarias, cosa que seguramente le resultaba molesta a los vecinos, porque ni un día había pasado desde que empecé a ensayar y ya se estaban quejando, por lo cual mis padres decidieron aislar un poco mi habitación colocando placas de espuma insonorizadora, pero el calor aumentó por lo que pusieron un pequeño aire acondicionado.

Ya casi era momento de regresar a clases, de hecho ya estaba inscrito para el nuevo semestre en el colegio, solo restaban dos días de vacaciones, por lo que partiría de regreso esa misma tarde mientras preparaba mis maletas para regresar, ordenaba por enésima vez mis cosas (lo que demuestra mi grado de desorganización), desarmaba la batería para llevármela y varias cosas más, mi madre preparaba mis platillos favoritos: camarones, cecina, enchiladas, gorditas, todo en la ración adecuada para que pudiera comer de todo, mi padre revisaba el motor de su camioneta de carga, la más grande, habían decidido ir a dejarme debido a la tremenda cantidad de cosas que iba a llevarme.

Poco después de haber comido, partimos rumbo a mi departamento, durante el camino platicamos sobre las nuevas materias que llevaría, que no le dejara de echar ganas al estudio, los temas más comunes de los que hablaban conmigo mis padres.

Luego de haber bajado las cajas y maletas de la camioneta, mis padres se despidieron y me dejaron instalado para el resto del semestre. Pasé gran parte de la tarde sacando canciones nuevas en la batería, afortunadamente mi departamento estaba separado de las casas vecinas por un buen trecho de patio y el resto de los departamentos estaban desocupados, por lo que podía tocar a mis anchas, terminando de tocar, salí a dar una vuelta por la ciudad, de hecho salí a buscar a Ingrid, para hablar, salir por un café o dar un paseo. Me dirigí a su casa y por el camino me detuve en el gato negro para comprar dos cafés, ya frente a su puerta me sentí un poco nervioso, sentía la misma sensación que tenía en el estomago cuando visitaba a Sonia, una sensación que tenía tres años sin percibir, tomando un poco de aire y ya más calmado toqué el timbre, no hubo respuesta, volví a tocar y nada, pero cuando estaba dándome la vuelta para irme se abrió un poco la puerta e Ingrid se asomó adormilada, se le notaba algo enferma.

            -Disculpa, ¿Acaso te desperté?-dije.
            -No, pero me siento muy cansada-contestó entre un bostezo-Además tengo un resfriado, pero pasa, no te quedes ahí afuera.

Abrió por completo y me di cuenta que lo único que vestía era una camisa blanca de manga larga, le quedaba grande, pero se notaba que no llevaba nada más que la camisa, un poco sonrojado, entré al departamento, era un lugar amplio, con una pequeña salita, en la cocina había un refrigerador mediano, una estufa y un comedor pequeño, en el cuarto estaba su cama, unos libreros con fotografías, un tocador, un ropero y una mesita con su silla, ella se dirigió directo a la cama y se acostó en ella, de tal manera que su cuerpo se insinuaba por la camisa, aún más sonrojado y apenado de una manera que no me había pasado en años me senté en la silla y la miré, la tenue luz del atardecer que se colaba por la ventana iluminaba su cuerpo de una manera peculiar y bella, estuvimos callados por un rato hasta que ella me preguntó.

            -¿Cómo te fue en la vacaciones?
            -Pues en un principio fueron algo aburridas, pero después me reuní con unos amigos del bachiller, fue una reunión bastante peculiar, pese a que no los había visto en años me trataron como siempre, pero antes de ir a esa reunión me encontré a mi vieja batería en una tienda de música, tuve un pequeño altercado después de una tocada, apenas y salí bien librado, pero me lleve mis buenos golpes, ya en mi casa mis padres me regalaron una cámara por haber sacado buenas calificaciones. Pero eso solo fue en las primeras semanas, de ahí ya no salí para nada.
           
-Vaya, que bien te la pasaste, yo me quede aquí gran parte de las vacaciones solo salí a ver a mi familia por unas semanas, cuando regresé, aquí estaba lloviendo bastante fuerte  y me mojé mucho por eso me resfrié.
            -Pero si la terminal de autobuses no está muy lejos de aquí, ¿a dónde fuiste?

De nuevo silencio, parecía sonrojarse un poco, o quizás lo imagine, ya que por el resfriado estaba toda roja, parecía algo apenada.

            -Fui a buscarte a tu casa.
            -Ya veo-dije y entonces recordé que llevaba los cafés-¿No quieres un café?
            -Claro-respondió sentándose en la cama-Ahora sé porque traías una bolsa.

Saqué los cafés de la bolsa y le ofrecí uno, lo tomó y pareció acordarse de algo.

            -¡Olvidé preparar el té que me recomendaron!-quiso levantarse pero la debilidad del resfriado la derrumbo de nuevo.
            -Si quieres yo lo preparo.
            -Gracias-dijo-El té esta a un lado de la estufa.

Salí del cuarto y me dirigí a la cocina, tomé un pocillo, lo llene de agua y lo puse al fuego, Ingrid me había seguido y llevaba los cafés, se sentó en la mesa y me miro un poco divertida.

            -Me despierta una sensación extraña el verte en la cocina.
            -Es que no es mi medio ambiente-dije-Soy un poco torpe con los utensilios y casi siempre me quemo.

Y terminando de decir esto me quemé un dedo con el pocillo, solté una pequeña queja e Ingrid se paró de pronto.

            -¿Estás bien?-pregunto algo preocupada.
            -Sólo es una quemadura.
            -¡Cómo que solo una quemadura!-me dijo-¡Rápido, mójate la mano en agua fría!

Tomó mi mano y la puso en el fregadero al chorro de la llave de agua fría, estuvimos así un rato, hasta que se dio cuenta de la situación y soltó mi mano.

            -Ah…yo termino de preparar el té, tú sigue mojándote la mano ¿De acuerdo?
            -Bueno…Gracias

Sacó unas cucharadas de té de un sobre y las puso en el agua hirviendo, me acerco mi taza de café y le dio un sorbo a la suya.

            -Te fui a buscar por que había una fiesta en el gato negro, pensé en invitarte, pero cuando llegue a tu casa  no había nadie.
            -No te preocupes-dije-Esas cosas no me gustan demasiado.
            -Es cierto, pero yo me divertí. Si volviera haber algo así me gustaría que vinieras conmigo.

En ese momento se sentó, al parecer no podía hacer mucho esfuerzo, la lleve de nuevo a su cama y dejé que descansara un rato, serví algo de té en una taza y se lo lleve hasta su cuarto.

            -No te hubieras molestado.
            -No es nada, no es nada.
            -Es lo mismo que dijiste cuando nos conocimos.

Me senté  a su lado y ella se recostó en mi hombro.

            -¿Sabes? me encantaría ir contigo la próxima vez.

No me respondió, se había quedado dormida

1 comentarios:

awwww !!! k tienrnoooooo :3 jejeje



claudine:D

Publicar un comentario