-Confusión-
Había sido un fin
de semana intenso, más por la resurrección de el motor S2, el segundo intento
de volver con Sonia, pero no creo que sea exactamente el mismo, tiene una
especie de aumento en los deseos carnales, me asusta, desplaza por completo a
Ingrid de mis pensamientos, aunque sé que se toparía con una negativa, este
motor es muy agresivo.
No mostraba seña
alguna de la tormenta interior que tenía, centraba todas mis fuerzas en
mantener una fachada estable, por suerte, aunque lamente decirlo, Ingrid me
llamó para decir que saldría de la ciudad por la semana pero que llegaría para
la fiesta.
-Perdón Alberto, pero tengo que ir a
hacer algunos trámites a mi casa.
-Na, no hay problema-respondí-¿Pero
llegarás?
-Si-contestó-Llego directo a la
fiesta, ¿la dirección está en la invitación que me diste?
-Ajá, está en la tarjeta.
-Bueno-dijo-Nos vemos en la fiesta.
Si Ingrid me
hubiera visto, habría adivinado todo lo que me pasaba, parece que ella pudiera
ver a través de mí y peor, la hubiera entristecido por el sentimiento por Sonia
y el egoísmo que lo alimentaba.
Pasaron los días
y la fecha de la fiesta se acercaba, ya había enviado la batería con Hugo para
que todo estuviera listo a la hora de la tocada, afinamos algunos detalles como
los horarios por teléfono. Me aterraba esa fecha y ni estaba muy seguro por
qué, todo en mi cabeza era muy confuso, no sabía qué era lo que pasaría pero,
pasase lo que pasase, todo estaría bien, ni si quiera tenía idea de por qué
tenía la certeza de que todo saldría bien, es como si solo lo supiera.
Tomé la libreta
de mis versos y escribí:
¿Debería?
¿Podría? ¿Te tendría?
No, no
lo sé, te quiero destruir y no puedo, siempre hay algo por lo que no puedo, te
deseo y sé que no te tengo, sin embargo sigo aquí, de terco.
Me has
asustado, has cambiado, los años no pasaron en vano, ya no eres la misma a la
que quise, y sigo en este juego de no irme.
He
perdido las esperanzas, he perdido cientos de corazones, la sangre está seca y
me desgarro el alma en miles de direcciones.
Vagué,
vago y vagaré perdido en mi propia inmundicia, creada por tanto deseo y
codicia, me desvelo por recuerdos, por viejas noticias.
Aquí ya
no queda nada, este cascarón viejo se ha roto, las cadenas han sido retiradas y
tiemblo, mis piernas no me aguantan, me caigo y me arrastro, las luces me
espantan.
Siempre perdí
la dirección, jamás acepté ayuda, nunca vi las señales, creí tener la razón,
termine encerrado dentro de mi propia prisión.
¿Importa
si digo que te amo? No, no tiene sentido, el amor es algo de lo que me he
desentendido, lo tuve, lo perdí y lo busco, pero se ha escondido.
Pese a
las oportunidades y la ayuda, no veo más allá de mis propias necedades, pienso
que la mano que tomo es la de mis ilusiones.
Vuelvo a
lo mismo, es un cabaret vicioso, un círculo que recorro por simple ocio, sigo
cualquier indicio, cualquier seña que yo me crea como algo precioso.
Ya no
quiero seguir en esto, es un infierno, un tormento, alguien por favor,
ayúdenme, sáquenme, ¡Libérenme!
Corro,
escapo, no hay más paredes ni inhibiciones, seré libre este viernes.
Ya un poco liberado por escribir
eso, me senté y cerré los ojos.
[…]
-Extraña reconciliación-
Pasaban de las tres de la tarde,
tenía una hora que había salido, pero no tenía ganas de irme, me paseaba por
los pasillos y me sentaba cuando ya me había aburrido. Después de una media
hora de andar deambulando por el colegio me topé con Fernanda, estaba sola,
sentada en la biblioteca leyendo un libro de informática, sin pensármelo mucho
me senté al lado y dije:
-¿Haciendo
tarea?
-Eeeeh,
pues sí-dijo mientras me miraba con un gesto de sorpresa-¿Y ahora ese milagro
de que me estés hablando?
-Pues
creo que era cuestión de
tiempo-contesté-Ya ha pasado un buen rato, ¿Un año?
-Si-continuó
mientras hizo un poco de lado su libro-Parece que fue ayer cuando apenas y
salíamos por primera vez, entonces de repente todo se vino abajo.
-Estábamos
apenas en el primer semestre en este colegio-recordé-Quizá, solo éramos dos
chiquillos jugando a quererse.
-Ja
ja ja-rió ante el comentario-¿Y eso de dónde te lo robaste?
-Pues
a veces llego a tener buena vena poética muchacha.
Seguimos charlado por un buen
rato, como creí que nunca podríamos volverlo a hacer, de repente, recordé la
escena de cuando Aljeos me atacó.
-Oye
¿es cierto que te gusta mi primo?-pregunté-Qué yo sepa solo vino una vez a
visitarme, poco antes de que termináramos.
-Pues
solo lo dije porque sabía que estabas cerca-se ruborizó un poco mientras lo
decía, pero se puso sería al continuar-Pero de haber sabido que te atacarían
poco después, no habría dicho eso.
-Ya
veo-dije y me recargué sobre mi lado derecho-Y dime ¿Ya tienes novio?, los
rumores dicen que tienes uno.
-Ah,
pero si ahora hasta rumores andas escuchando-dijo divertida-Pues sí, es una
amigo de Andrés, se llama Sebastián, es un buen chico, pero tenía un poco de
miedo que tú lo supieras, piensa que por cómo eres de raro, lo puedas golpear o
hacerle vudú.
-Chale-dije
dejando caer un poco mi cabeza cómicamente-¿Esa es la idea que tiene la gente
de mí?
-Pues
yo escuche de él que vio como dejaste golpeado a un tipo fuera de un bar, ¿Es
eso cierto?-me preguntó apuntándome con su lapicero.
-Pues
sí-admití un poco despreocupado-Pero estaba molestando a una chica, así que fue
justificado.
-Pero
según dicen, el tipo tenía varios huesos rotos y estuvo un buen tiempo en el
hospital-añadió.
-Ay-dije
con cara de sorpresa-Creo que se me fue la mano.
Reímos, en eso llegaron sus
amigas y se fue con ellas, también pasó Andrés por ahí y me fui con él.
-¿Estabas
platicando con ella?-me preguntó asombrado-¿Desde cuándo…?
-Hace
poco menos de media hora-respondí antes de que terminara su pregunta.
-¿Pero
cómo?-volvió a preguntar incrédulo.
-¡No
tengo la más mínima idea!-exclamé entre risas y le puse un mano en la
espalda-¿No quieres ir a comer?
Salimos de la biblioteca y fuimos
a comer en la cafetería escolar.
[…]
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