Al día siguiente, el dolor en
todo el cuerpo era muy fuerte, especialmente en la cara, pero gracias a la
curación oportuna de Violeta, la hinchazón había desaparecido. Permanecí
sentado en la bolsa de dormir, cualquier movimiento traía una ola de dolor
sordo y seco, que me pareció mejor idea no moverme mucho. Miré por un largo
rato un dibujo en particular, de la pared enfrente de mí colgaba un retrato que
hice de Sonia hacía tres años, cuando íbamos al bachiller. Para hacerlo había
tomado por base una fotografía, la única que se había dejado tomar en ese
entonces, en ella, estaba recargada contra una columna de concreto de la
entrada a la escuela, sus ojos tenían un brillo particular y una leve, casi
imperceptible sonrisa se dibujaba en sus labios, era un retrato un poco
aficionado, hecho con lápices y carboncillo, aunque lo había hecho con todo el
cariño y amor que sentía por ella en esa época. De nuevo tuve un pequeño
soslayo de esa relación, las tardes de paseo, las pláticas en los descansos,
una cantidad de detalles y recuerdos nimios.
Reuniendo un poco de fuerza me
levanté y caminé por el departamento, sentí mucha hambre de repente, lentamente
me acerqué al refrigerador, pero no había nada en el, ni nada en la alacena,
solo quedaban algunos trastes, al parecer solo usaban el departamento cuando
querían tener un poco de intimidad. Me dirigí al baño para lavarme la cara y
evaluar el daño que tenía; por suerte no tenía moretones muy marcados, ninguno
que no se explicara con una caída o un accidente cargando los instrumentos,
pero en resto del cuerpo tenía uno muy marcado donde Misael me dió el
rodillazo, otros en las costillas por los golpes de Aljeos, pero el resto del
dolor era provocado más por los músculos que por los moretones.
Poniéndome la sudadera y los
lentes obscuros del disfraz del día anterior, salí a comprar algo para
desayunar, después de pensar por un rato, me decidí por un desayuno clásico,
cereal y un jugo de naranja. Caminé muy despacio por la colonia buscando una
tienda, compré el cereal y una botella de leche en la primera que encontré,
tardé un poco más en encontrar un puesto de jugo de naranja, pero al fin,
después de quince minutos de búsqueda, di con uno, compré dos litros de jugo y
regresé al departamento.
Sonia y Violeta ya habían
despertado y me preguntaron a dónde había ido.
-Sólo
salí a comprar el desayuno.
-No
deberías andar moviéndote con todos los golpes que tienes-me reprendió
Violeta-Lo único que vas a hacer es lastimarte más.
-Déjalo-dijo
Sonia-Sabe manejar bien el dolor físico, su débil es el dolor mental, por eso
las personalidades.
-Pronto
todo eso acabará-respondí-Aun así, todo lo de ayer…
-No
te culpes, evitaste que las cosas pasaran a mayores, porque para haber salido
con unos golpes y moretones de esa, estuvo bastante bien, la otra vez, casi
mueres.
-Cierto,
esta vez al menos respondí, bueno ¿Desayunamos?
Sacaron los platos y vasos para
desayunar, seguimos platicando de la pelea de ayer, pero más sobre como
desbordaba mi furia, como, pese a no tener un físico marcado, lograba sacar una
fuerza anormal y un salvajismo que asustaba.
-Lo
único que me detuvo la primera vez que esto paso fue que la chica a la que
estaba protegiendo me dijo que parara mientras ella lloraba-dije.
-¿Es
la misma que me dijiste? ¿Ingrid?
-Si,
era ella.
-Bueno,
eso quiere decir algo-observó Violeta.
-Ella
te calma, para ti es relajante su voz y con ella te sientes en confianza.
-Tienes
razón y ella siente algo por mi-comenté comiendo un poco de cereal-Pero yo no
estoy del todo seguro.
-Todo
eso es culpa de tú maldito muro, solo necesitas quitarte de encima todas esas
capas de blindaje y dejar la carne al aire.
-Tal
y como hace tres años-agregué, mirándola a los ojos.
-Por
lo que ella me ha contado-empezó Violeta-En ese entonces, cuando le pediste que
fuera tu pareja, dejaste todo a su disposición para que te escogiera o te
destrozara, estabas listo para cualquiera de las dos situaciones, pero por lo
que dices ahora, tal parece que ese muro está hecho de barreras para eliminar
esas situaciones.
-Ya
se verá-concluí y viendo de nuevo el retrato dije-Sonia ¿Qué no ese retrato
estaba en la caja?
-Ah,
lo tomé yo-respondió Violeta-Me pareció lindo y lo colgué en la pared.
-Ya
veo-dije-Ella lo rechazó cuando lo hice, no tenía ni una semana que habíamos
terminado, aunque ese retrato lo tenía terminado unos pocos días antes.
-Bueno,
eso ya paso, no te entierres en recuerdos…lobito-añadió Sonia con una risita.
Terminamos de desayunar y ayudé a
Violeta a lavar los trastes, doblé y guardé la bolsa para dormir y me despedí
de ellas. Ya de camino a casa, no dejaba de pensar en esa pelea, al menos era
un poco reconfortante ver que esta tenía una razón: Defender a lo que quería,
quizá por eso Aljeos se había retirado al oírlo, ya solo quedaba el último
paso, la restructuración, pero no sé muy bien cuando vaya a suceder.
Llegué a casa de mis padres cerca
de las cinco de la tarde, no había nadie en casa, cosa que me resultó
beneficiosa, pues no quería que me vieran con los moretones. Bajé la batería
muy lentamente, pues el peso de cada tambor hacía que el dolor se acentuara y
ello no me dejaba bajarlos a gusto. Después de una media hora de lucha para
llevar la batería a mi cuarto, ya había instalado todo para tenerla a mi
disposición por el resto de las vacaciones, pese al dolor, me puse a ensayar hasta
que el cansancio se mezcló con el mismo dolor, me derrumbé en mi cama y me quede profundamente dormido.
…
En una mesa de un bar, cerca del
café Apolo, se encontraban reunidos cuatro tipos, todos bastante parecidos
entre sí, pero con semblantes completamente distintos, platicaban un poco
animados, como si estuviera a punto de ocurrir algo por lo que llevaban tiempo
esperando.
-Hemos
recorrido un buen camino-dijo uno con un sombrero cortado-Cada uno de nosotros
estableció el contacto con “Él” de la manera que más conveniente les pareció.
-Pronto
“Él” decidirá como terminara todo este proceso, quienes y en que proporciones
regresarán y cuales serán eliminados-puntualizó el más bajo.
-No
creo que alguno de nosotros sea eliminado, como le dijo Aljeos, “Nosotros somos
Él y Él es Nosotros”-agregó el mediano.
-Además,
esta tan cerca de la integración, que ya hasta a la furia le ha dado una razón
y un objetivo, no creí que pudiera hacer eso, con lo que detesto la razón-dijo
el que más agresivo se veía y al terminar le lanzo una mirada al más bajo-Nada
personal José.
-¡Bah!
En la restructuración serán resueltas todas nuestras diferencias ¿O no Alberto?
-Pero
también serán afrontados los problemas internos que estas diferencias han ido
creando a través de los años-añadió el aludido del sombrero.
-Creo
que solo causaremos un gran dolor mental durante la restructuración, el que “Él”
peor maneja, podríamos empeorarlo todo.
-Es
una posibilidad J. Alberto-le respondió el más bajo-Pero creo que la fuerza
interior de “Él” saldrá adelante de este proceso.
-Todo
estará bien-dijeron los cuatro al mismo tiempo.
“Todo estará bien”
…
“Todo estará bien”
…
-Hijo
despierta, Albert, levántate, vamos a cenar-me llama mi madre desde afuera de
mi cuarto.
-Ya
voy-contesto adormilado-Nada más me cambio.
Salí de la cama y me dirigí al
ropero, pero tropecé con uno de los platillos, tirándolo en mi caída, el
soporte me dio en la cara y solté un pequeño “Auch”, sobra decir que el ruido
fue aparatoso, lo que provoco que mis padres entrarán a mi cuarto y se quedarán
un poco sorprendidos por la batería.
-¿Estás
bien?-preguntó mi madre-¿De dónde la sacaste?-añadió señalando a la batería.
-Estoy
bien, solo me di un golpe en la cara con el soporte del platillo, y la saque de
una tienda de música de…
-Ah,
bien, oye que golpe te diste, tienes la cara algo morada-dijo mi padre
observándome con más detalle.
-Si,
es que me di de lleno con el platillo también-contesté algo nervioso.
-Bueno,
vamos al comedor a cenar.
Moviéndome un poco más
fluidamente por el descanso, me cambié y fui a cenar, mi madre había preparado
un poco de arroz con mole, mientras comíamos, no me dejaban de preguntar cómo
había estado mi estancia fuera de casa por casi tres días, relaté partes de la
reunión en casa de Sonia, como me encontré con mi banda y que tal había estado
la tocada de la noche anterior. Casi al final de la cena mi padre se levanto y fue
hacia su habitación, regresó con una caja con moño color verde.
-Bueno
hijo, aquí está tu regalo por tus buenas calificaciones.
-Wow,
gracias, a ver, vamos a estrenarla.
Saqué la cámara de su caja y tomé
una foto de mí y mis padres. Más tarde esa noche me pasé gran parte del tiempo
tomando fotografías de la luna y de sombras que proyectaba su plateada luz por
el patio de la casa y en mi cuarto. Los golpes y moretones seguían dando una
marcada molestia, ya en mi cama y casi dormido solo alcance a decir.
-Todo estará bien…
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