-Risas-
Ya había pasado un mes y medio de
ensayos de la coreografía y el vals, igual que de ensayos con la banda, que
curiosamente estaban muy animados con la tocada, la fecha de la fiesta se
acercaba cada vez más, afortunadamente coincidía con el inicio de una semana de
descanso, lo que facilitaba muchas cosas. En el colegio las cosas avanzaban
normalmente, ningún sobresalto en las nuevas materias, de hecho, la convivencia
se había vuelto un poco más amena en mi salón, por lo menos con Adriana, Sara y
Adam. La clase en que mejor la pasamos es ética, no porque nos agrade, si no
porque siempre estamos bromeando en ella, poco antes de salir de esa clase,
mientras el profesor dictaba su tarea se me ocurrió algo muy gracioso.
-Oigan,
oigan-dije entre el dictado del profesor-Golpeemos a un niño huérfano, ¿Qué va
hacer?, ¿Decirle a sus padres?
Y rompimos a reír, todo habría
salido bien si nuestras risas y en particular las de Adriana y Sara no fueran
tan ruidosas, el profesor interrumpió su dictado y nos reprendió.
-Si
tan graciosa les parece la ética-dijo-Pónganse a leer esta constitución y
quiero que se aprendan los derechos fundamentales y sus bases en la ética.
Nos dejó una gruesa constitución,
yo la tomé y esperé a que se diera la vuelta e hice el ademán de que lo iba a
golpear con ella.
-¡¿Quiere
sentir sus derechos?!
-¡Ya
cálmate!-dijo Adriana conteniendo la risa-Nos van a sacar.
-¿Pues
qué hiciste en las vacaciones pasadas que cambiaste tanto de actitud?-preguntó
Adam.
-Solo
salí con mis amigos del bachiller, volvía a tocar con mi banda y ya.
-¿Y
los viernes por qué sales corriendo de la última clase?-dijo Sara.
-Ah
eso, pues es que, Ammn, es que voy a ensayar para unos quince años-contesté.
De nuevo estallamos en risas y el
maestro no nos soporto más, dijo algo sobre que no teníamos educación o algo
así, no lo oímos, solo entendimos que nos saliéramos del salón y que quería
esos derechos repetidos 30 veces para poder volver a entrar a su clase, ya
estando afuera, fuimos a una de las salas comunes del colegio a sentarnos
mientras esperábamos a que comenzara la siguiente clase.
-¿Y
cómo es tu coreografía chambelancito?-dijo Adam
-Pues
es un baile con máscaras, así como del estilo de las del carnaval de
Venecia-Respondí
-Ja
ja ja-rió Adriana-Ya te imagino con tu trajecito de pingüino…
-Y
tu mascarita-añadió Sara haciendo una máscara con sus manos en su cara
-Pero en verdad que has cambiado, digo, antes
no te reías tanto con nosotros, te ibas por tu lado y no hacías tantas bromas
en clases, y mira ahora ¡Hasta de clase nos sacaron!-dijo Adam.
-Si
y yo te vi el otro día paseando por el centro con una muchacha-continuó Sandra.
-Chale,
ya parece que me quieren interrogar, pero sí, he cambiado un poquito, pero creo
que cambiaré más en estos días de descanso.
-Y
¿esa chica es tu novia?-preguntó Adriana
-No,
pero en eso estamos, le daré una respuesta regresando del descanso.
-Bueno-dijo
Adam-Pero no más no la riegues.
Entramos a tomar la última clase,
de la cual, por suerte, al profesor le agradan nuestras bromas.
-Pero
ustedes no se ríen de cosas graciosas-nos comenzó a decir el profesor-Bueno, su
humor es más…
-Intelectual-completó
entre risas Adriana.
-Si-dije-Nuestros
chistes son del estilo “Y entonces, un cateto le dice al otro ¡Oye! ¿Dónde está
la hipotenusa?”
Nos carcajeamos otra vez y
terminando la clase me fui al gato negro a ver a Ingrid, como ya me habían dado
mi invitación para la fiesta quería saber si ella vendría conmigo.
-¿Podrás
ir?
-Claro
que iré, vaya, me es un poco extraño de tu parte, ¿No que no te agradaban las
fiestas?-comentó.
-Ah,
pues es que no es una fiesta cualquiera-empecé-Aparte de que la temática no es
tan común, va a tocar mi banda y soy parte de la coreografía, además estarán
todos mis amigos del bachiller.
-Vaya-dijo
mientras dejaba su tasa en la mesa-Una reunión completa con tus amigos.
-Te
van a caer bien, son agradables.
Ingrid tomó mi mano y me dijo.
-¿Ya
tienes tu respuesta?
Le puse mi otra mano en la cabeza
y le revolví el cabello cariñosamente.
-Aún
no, pero no desesperes-la tranquilicé-Esto del amor es como cocinar, le da una
sazón especial a la vida, pero si te pasas en algo o lo agregas antes de
tiempo, echa a perder todo.
-Tienes
razón, ahora eres más extraño, usando analogías así…-hizo una pausa y me miro
recelosa-¿Quién eres tú y que le has hecho a Alberto?
Me reí con ganas, terminamos
nuestros cafés y salimos a pasear un rato. Cerca de las ocho de la noche la
dejé en su casa y me fui a dormir a la mía, tenía que llegar temprano a los
últimos ensayos.
[…]
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